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La hora de Europa

La UE debería convocar una reunión de ministros de comercio en la que se invite a una coalición amplia de países dispuestos a coordinarse frente a la mayor crisis del comercio internacional desde la Gran Depresión

El pasado 2 de abril los Estados Unidos decidieron aumentar sus aranceles a un nivel superior al que aplicaban en 1930, cuando se adoptó la famosa legislación Smoot-Hawley, cuya consecuencia fue una espiral proteccionista que contrajo en dos tercios el comercio internacional. Dichas medidas son por lo demás totalmente arbitrarias y discriminatorias en contra de las normas más básicas del derecho internacional. Sus efectos secundarios incluirán la retorsión, la desviación del comercio hacia los mercados abiertos y el riego de que los países ofrezcan un acceso preferencial a su mercado a cambio ...

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El pasado 2 de abril los Estados Unidos decidieron aumentar sus aranceles a un nivel superior al que aplicaban en 1930, cuando se adoptó la famosa legislación Smoot-Hawley, cuya consecuencia fue una espiral proteccionista que contrajo en dos tercios el comercio internacional. Dichas medidas son por lo demás totalmente arbitrarias y discriminatorias en contra de las normas más básicas del derecho internacional. Sus efectos secundarios incluirán la retorsión, la desviación del comercio hacia los mercados abiertos y el riego de que los países ofrezcan un acceso preferencial a su mercado a cambio de una reducción del impacto de los aranceles. Más allá del impacto inflacionista y el riesgo de una recesión global, se trataría del final del sistema multilateral de comercio que costo 80 años construir.

En dichas circunstancias, la Unión Europea debe ser capaz de demostrar liderazgo y establecer una coalición lo más amplia posible de países que están dispuestos a defender un sistema comercial basado en las reglas. Ello implicaría un plan de acción a varios niveles.

En primer lugar, tal como anuncio la presidenta Von der Leyen, hay que profundizar en la construcción del mercado interior y avanzar decididamente en la ratificación y conclusión de acuerdos comerciales. Así se dará una señal fuerte de que la Unión Europea es un polo de estabilidad abierto al comercio y la inversión que contrasta con el caos americano.

En segundo lugar, es esencial evitar acciones proteccionistas que puedan contribuir a la contracción del comercio internacional y afectar negativamente a aquellos países que continúan respetando las normas de la OMC. Si bien ciertas medidas de salvaguardia serán inevitables, deberán aplicarse exclusivamente en circunstancias de perjuicio grave y no ir más allá de lo estrictamente necesario para evitar la desviación del comercio como consecuencia de los aranceles americanos. La Unión también debería evitar la introducción de preferencias europeas en las compras públicas, aunque sería legítimo excluir licitaciones que tengan un alto contenido chino o americano.

La Comisión ha indicado que se dará preferencia a la negociación con Estados Unidos, pero que la Unión estará también lista para aplicar la retorsión. El margen de negociación con Estados Unidos es probable que sea muy limitado, ya que no parece que estén dispuestos a bajar los aranceles por debajo de la sobrecarga del 10% o en los sectores que están o estarán sometidos a un arancel global del 25%. La Unión Europea en modo alguno puede negociar sobre su sistema fiscal o reglamentario u ofrecer concesiones contrarias a las normas de la OMC. No tiene sentido en cualquier caso pagar un precio elevado mientras los Estados Unidos mantengan aranceles claramente ilegales en su comercio con la Unión Europea.

La retorsión es necesaria para enviar un mensaje claro de que Estados Unidos no puede abandonar los principios más básicos del derecho internacional sin que haya una reacción por parte de los países que tienen capacidad de retorsión. Ahora bien, la retorsión debe ser diseñada de forma inteligente para tener un impacto político en Estados Unidos, al mismo que se evitan efectos negativos sobre la economía europea. No se trataría en modo alguno de adoptar medidas comparables a las que aplica Estados Unidos. Sobre la base del instrumento anti-coacción, podría introducirse una lista adicional de aranceles al 20%, restricciones en el comercio de servicios y la exclusión en ciertos sectores de licitaciones que tengan un alto contenido americano. En caso de que hubiese una respuesta americana, la Comisión debería ser autorizada a aumentar el nivel de los aranceles o a extender las restricciones a compras públicas a sectores adicionales.

Pero un auténtico liderazgo implica ir más allá de las acciones autónomas y exige cooperar con países terceros para defender la necesidad del respeto a las normas de la OMC al mismo tiempo que se indica una disponibilidad a negociar una reforma profunda. El primer paso urgente es lanzar con el mayor número posible de países un caso sobre la base del sistema de resolución de disputas de la OMC. Aunque la decisión de un panel llevara cierto tiempo y no será respetada por Estados Unidos, se trataría de enviar una señal política fundamental de que los países están unidos en defender las reglas del comercio internacional frente al mayor ataque proteccionista desde que se fundó el sistema del GATT y la OMC. Más allá de esta reacción inicial, la Unión Europea debería convocar una reunión de ministros de comercio en la que se invite a una coalición amplia de países que están dispuestos a coordinar posiciones frente a la mayor crisis del comercio internacional desde la Gran Recesión.

Ignacio García Bercero, ex negociador de la UE en asuntos de Comercio

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